10th anniversary of the #LisbonTreaty
The European Union is founded on the values of respect for human dignity, freedom, democracy, equality, the rule of law and respect for human rights, including the rights of persons belonging to minorities, as laid down in Article 2 TEU. In order to make sure these values are respected, Article 7 TEU provides for an EU mechanism to determine the existence of, and possibly sanction, serious and persistent breaches of EU values by a Member State, and has been activated for the first time recently. The EU is also bound by its Charter of Fundamental Rights, which sets out those rights that must be respected both by the European Union and the Member States when implementing EU law. The EU is also committed to acceding to the European Convention for the Protection of Human Rights and Fundamental Freedoms.
The Treaty of Lisbon is an international agreement that amends the two treaties which form the constitutional basis of the European Union. The Treaty of Lisbon was signed by the EU member states on 13 December 2007, and entered into force on 1 December 2009.
The Lisbon treaty, which came in force in late 2009, brought new law-making powers to the European Parliament and put it on an equal footing with the Council of Ministers in deciding what the EU does and how money is spent. It also changed the way the Parliament works with other institutions and gave MEPs more influence on who runs the EU. All these reforms ensured that by casting your vote in the European elections, you get to have an even greater say on where Europe is heading.
#Pérez EU debates Lisbon Treaty and the Charter of Fundamental Rights
Señor presidente, diez años después de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, esta es una buena ocasión para hacer balance. Podemos decir que, en su día, el Tratado de Lisboa fue un éxito de la Presidencia de turno portuguesa, con un Gobierno socialista, en un momento muy delicado para el proyecto de la Unión. Todos recordamos el trauma que supuso el rechazo de dos de nuestros Estados miembros a la Constitución Europea, en 2005, y la incertidumbre que eso generó. Sin embargo, debemos reconocer que el trabajo de la Convención en 2002 y en 2003 no fue en vano y que se realizó un esfuerzo importante para retomar los retos de la Unión. Las comunidades se habían centrado demasiado en las cuestiones de mercado, en los aspectos de mercado, olvidando que éramos capaces de hacer un proceso mucho más ambicioso. Queremos una democracia europea capaz de solucionar los problemas de la ciudadanía. Era preciso abordar temas como los derechos fundamentales, la Europa de la ciudadanía y también promover los derechos sociales. Sin embargo, los referendos de Francia y Holanda pusieron de manifiesto que al menos una parte de la ciudadanía no se sintió partícipe del proceso.
Afortunadamente, muchos aspectos importantes fueron incluidos en el Tratado de Lisboa y, gracias a eso, se han hecho significativos avances. Por un lado, la Unión Europea tiene ahora personalidad jurídica y puede adherirse a tratados y convenios internacionales. Y también se ha reforzado enormemente el papel de nuestra casa, del Parlamento, y se ha mejorado la participación ciudadana. La Carta de los Derechos Fundamentales es jurídicamente vinculante y se han potenciado los derechos de la ciudadanía europea.
Empezamos un nuevo ciclo político y es el momento de ser valientes. Europa no es la que era hace diez años. Podríamos hablar de la emergencia climática, la violencia de género, los refugiados que llaman a las puertas de Europa con la esperanza de poder tener un futuro, la pobreza infantil; tantas y tantas cuestiones en las que debemos trabajar. Tomemos esta oportunidad en serio y trabajemos con la ciudadanía y con la sociedad civil para hacer nuestra Europa más fuerte y mejor.
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